El bolígrafo mágico de Jesús Díaz Corpas

Con $1000 pesos colombianos es muy poco lo que se puede adquirir, más si de arte se habla. Pero para Jesús Díaz Corpas esta cantidad es suficiente para comprar un simple bolígrafo con la tinta mágica de sus ideas.

 

Muchas personas ven las creaciones de este cartagenero de 34 años y le preguntan: ¿Esto lo hiciste con lapicero? Observan, reparan y vuelven a mirar la finura de los trazos que detallan sonrisas, gestos e incluso la luminosidad de una mirada. La magia, como él la llama, nace de pequeños instantes que materializa con una precisión envidiable.

 

«Me causó interés como un simple lapicero puede crear sensaciones que salen de lo normal. Tomo esas imágenes o fotos, que son efímeras, y empiezo a darle una categoría de arte a través del dibujo», cuenta el artista plástico.

 

Corpas ha trabajado en el área de Mercadeo y Publicidad en almacenes de cadena, pero decidió invertir el 100 por ciento de su tiempo al arte, la motivación para luchar y no darse por vencido. «Mi familia siempre me ha apoyado. Mi papá siempre me llevaba resmas de papel, mi abuela o mi mamá me regalaban colores y marcadores. De hecho, la cuarta parte de mis cuadernos del colegio estaban rallados en la parte trasera con ánimes reconocidos de la época», rememora.

 

Jesús emplea de cuatro a cinco horas para elaborar cada dibujo que desarrolla sin bocetos. Traza directamente sobre la cartulina durex sin temor a equivocarse y, cuando lo hace, se basa en el error para la construcción de sus obras que, en su mayoría, hacen alusión a la figura femenina, su erotismo, gracia y plenitud.

 

Cuenta que casi todos los días dibuja, y en los momentos en que físicamente no lo hace, su mente siempre está creando. Es en su psiquis donde decide si aquella imagen que percibe colorida debe ser retratada quizás con un solo tono, cuáles son las líneas adecuadas y de qué forma lo hará. «Hay imágenes que manejan un concepto de tanta vida que necesitan ser dibujadas con colores para no limitarla. La imagen le habla al artista», afirma.

 

Para él no es necesario estar encerrado en un estudio para crear. Jesús puede hacer sus obras en un parque, una café o en su cuarto. Siempre carga con sus utensilios: una tabla, hojas tamaño octavo y el bolígrafo mágico.

 

Con un solo bolígrafo Corpas puede hacer hasta diez dibujos. Cuando trabaja dibujos de gran formato, como en el caso de una obra que hizo de 2 metros por 1 metro para un salón regional, usó dos cajas de lapiceros. «Una vez un cliente me pidió hacer un retrato a partir de una foto, luego me contó que aquella persona que recibió el regalo no podría creer que estuviera hecho con lapicero. Les impresiona el grado de perfección con que realizo las texturas y su degradado», refiere.

 

Suele hablar de manera anticipada con las personas que piensa retratar, cree que en el diálogo puede dar a conocer aspectos importantes de la personalidad que piensa detallar sobre el papel. «A partir de allí me salen imágenes espontáneas para construir la historia que es el resultado final del dibujo», relata quien también dicta talleres de dibujo en Casa Museo Rafael Núñez.

 

A Jesús le gustaría ser docente para compartir sus conocimientos, tener un recorrido más amplio a partir de exposiciones. Cree que con su arte puede mostrar cómo está construida la cultura cartagenera a partir del dibujo y salir del estereotipo arquitectónico.

 

«Estamos acostumbrados a que nos muestren el mundo en lápiz. Creo que es bueno salirse de la cotidianidad, de lo paisajístico. Hay cosas donde el artista puede explorar con otros elementos comunes y corrientes, crear a partir de lo cotidiano. Allí está la magia».