El camino de una mujer lideresa en Cartagena
El camino de una mujer lideresa en Cartagena
Basada en la historia real de Nathalia Orozco Espitaleta, mujer trans y paladín de los Derechos Humanos y de la libertad de ser en la ciudad.
A los siete años ya era evidente que algo no encajaba. Aquella tarde, entró a la habitación de su abuela luego de que esta regresara de trabajar y se calzó los zapatos de tacón alto que ella siempre usaba. El sentimiento fue una revelación inequívoca: era eso lo que quería llevar, porque los usaba su abuela y porque eran lindos. Sin embargo, minutos después, la reprimenda fue ejemplar cuando la abuela descubrió al nieto más joven jugando a la señorita.
Nathalia Orozco Espitaleta nació cartagenera en octubre de 1994, en el seno de un matrimonio conservador que dio a luz a cuatro hermanos: un niño y tres niñas, solo que en aquel entonces todavía no lo sabían. A ella, la menor de la casa, la criaron para ser un hombre. Esto le significó que desde temprano se cuestionara permanentemente su condición, sobre quién era y por qué era así. Siempre se sintió distinta y no entender la razón en ese tiempo, más en medio de un ambiente de violencia intrafamiliar, se convirtió en la búsqueda de su arquetipo vital.
Su niñez estuvo signada por la rudeza propia con la que se suelen criar a los varones en nuestras sociedades patriarcales, las cuales inculcan valores ambiguos como la fortaleza y autonomía de los hombres en contraste con la debilidad inherente atribuida a las niñas. «La mía fue una infancia un poco vacía en cuanto a cómo yo me identificaba y a cómo me tocaba actuar en público, en la escuela y delante de la familia», confiesa quien hoy en día es psicóloga y defensora de los Derechos Humanos especializada en la población LGBTIQ+, «la realidad que podía percibir no se ajustaba a lo que yo tenía en mi cerebro».
En la medida en que crecía, Nathalia fue viviendo lo que ella define como una adolescencia abrupta y fuerte, pero fue ese el tiempo en que empezó a investigar sobre los procesos y cambios a los que iba a someterse, pues entonces ya estaba completamente segura de que iba a ser una chica, pese que no contaba aún con el visto bueno de su familia.
Antes de entrar a estudiar psicología en la Fundación Universitaria Tecnológico de Comfenalco, año 2012, se había presentado para ser suboficial en la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla. Era una respuesta al deseo de sus padres de tener un hijo en esa institución, pero el plan de Nathalia se convirtió en otro: «Era hacer felices a mis padres o hacerme feliz a mí misma, y yo quería ser una chica, me sentía que era una mujer».
Ya en la universidad, la trágica pérdida en un accidente de quien fuera su primera pareja y la persona que la impulsó a dar rienda suelta a su transformación física y social, determinó la firmeza de su propósito íntimo. En medio de una conmoción tal que le causó parálisis corporal y facial, tres días después fue a tomarse la foto para la cédula, en la que se identificó como Nathalia Orozco Espitaleta, una mujer trans decidida a luchar con amor por sus derechos y por los de otras personas que, como ella, han obtenido un flaco apoyo de la sociedad y de su entorno más cercano. No obstante, esa foto es hoy el reflejo de una Nathalia totalmente devastada por la circunstancia, que por suerte no existe ya más.
Un foro organizado en mayo de 2017 por la Corporación Universitaria Rafael Núñez cambió su ruta de manera crucial. A este fue invitada como ponente junto con otras dos personas trans, eran un par de mujeres y un hombre. Se llamó Transformando ideas, y fue justamente ese el primer espacio en que su papá la vio apropiada de su papel femenino y de lideresa, ataviada sin prejuicio con un poncho feliz que irrumpía de por sí en la estética canicular del Caribe; era un día lluvioso y a ella no le importó, pues ha sido amante de los ponchos adonde quiera que ha ido. Era su momento y era aquel su atuendo disruptivo.
A partir de eso, el proceso de reconocimiento familiar fue intenso, pero con el tiempo se redujo a la premisa ponderada de: «No es necesario que me entiendan, solo que me quieran tal y como soy», lo que al final desembocó en que su papá admitiera que no importaba la decisión que ella tomara, siempre iba a ser su hija menor.
Nathalia, aquel individuo incomprendido y violentado desde sus primeros años por su identidad de género, resultó ser la primera persona profesional de su círculo familiar y hoy en día se desempeña como psicóloga del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC), viniendo de liderar un proceso capital para la ciudad en la Secretaría de Participación y Desarrollo Social manejando el programa de Diversidad Sexual del Distrito. Allí logró convertirse en una cara visible para la población LGBTIQ+, y aportar sus conocimientos en aras de promover la política pública de diversidad sexual en Cartagena.
«Creo que los Derechos Humanos son el respaldo que nos permite salir a la calle, poder enfrentarnos a múltiples situaciones y seguir apostándole a una sociedad que en algún momento nos ha excluido pero que, hoy en día, tenemos un carácter tan contundentemente formado, que hemos adoptado posturas y posiciones relevantes para salir a la lucha social», afirma la psicóloga con entusiasmo.
Esta historia es contada hoy como sinónimo de aceptación, pero no una aceptación obligada por decreto, sino empática, asertiva, bienvenida; pues es obvio que a toda nuestra sociedad le urge mirarse al espejo y reconocer en él al otro. Hoy en día solo puede valer la pena el esfuerzo de vivir por encima de todo prejuicio, de todo paradigma impuesto por la ignorancia, la cual debemos asumir como nuestro deber a toda costa. Esto es con el fin de forjar una humanidad consciente de quienes la integran, sintiente de las alegrías y del dolor ajenos, los cuales terminan siendo mutuos al final del día, cuando a la puerta del hogar se le pone el pestillo en silencio.
La pugna no es solo de quienes han enfrentado las injusticias y de quienes se han sentido vulnerados por la profunda incapacidad de comprensión de lo vasto de la condición humana. Es así como la lucha por una humanidad verdaderamente respetuosa por todos los Derechos Humanos puede identificarse desde la historia de un individuo que vivió en carne propia las violaciones que cualquiera puede sufrir por tener una expresión de género diversa.
Feliz Día Internacional de la Visibilidad Transgénero.